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Exposição, Feira

Martinho Costa na Feira de Arte Santander

Martinho Costa participa na 31ª Feira de Arte Santander, com a Galeria Silvestre, entre 15 a 19 de julho.


Al igual que la forma de un objeto, los materiales no representan, ni significan ni aluden a nada; son lo que son y nada más. Y lo que son no es, estrictamente hablando, algo susceptible de ser comprendido, intuido, reconocido o incluso visto de una vez por todas.” Michael Fried – Arte Y Objetualidad, junio de 1967

Figura Inabarcable es una gran instalación de pintura. Donde lo pictórico gana una dimensión intencionalmente arquitectónica.

Es una estructura tridimensional donde se reunirán un conjunto heterogéneo de pinturas producidas por mi en momentos distintos del pasado reciente y del presente. Esos trabajos aunque hechos con motivaciones propias en su momento, aquí van a ganar necesariamente sentidos nuevos resultantes de inesperadas relaciones de analogía entre diferentes imágenes pintadas. Tal como ladrillos en una pared, este cuerpo de pinturas con tamaños y formatos distintos, van a ser entrelazados, atornillados unos a los otros, creando múltiples planos frontales largos que trabajarán como paredes de pintura. La articulación de estas diversas paredes van finalmente a crear un espacio autónomo dentro del stand de la Galeria Silvestre.

La pintura que me interesa es una pintura sin complejos figurativa y aparentemente realista. Tiene su origen en la curiosidad por la apariencia de las cosas que voy encontrando. Un deslumbramiento continuo hecho flujo de pintura. 

La pintura ha sido hasta el progreso del modernismo lo equivalente a lo que en la literatura se llamó la suspensión de la incredulidad (expresión acuñada por el poeta Samuel Taylor Coleridge en 1817).  Una ruptura ilusionista de la bidimensionalidad que convence al espectador que se está representando algo. Creando por lo tanto una ficción del mondo.  Desde el final del siglo XIX  se inicia un proceso de ruptura de esta función narrativa de la pintura hasta su apogeo en mediados del siglo XX en donde la pintura se convierte en pura superficie autorreferencial, algo ampliamente analizado por Clement Greenberg y sus seguidores.  La pintura se transforma en un objeto que se presenta delante del espectador como algo conscientemente bidimensional. Pasa de un simulacro de la realidad del pasado a un acontecimiento en el espacio. 

Con Figura Inabarcable quiero invitar al espectador a hacer parte de ese acontecimiento en el espacio, entrando en un cruce de superficies bidimensionales. Traerlo para dentro de un laberinto de imágenes pintadas. De una forma diría un poco descarada, quiero hacer algo que se aleje de la forma habitual de exhibición de la pintura. Cuestionando el lugar de quien la mira. Tradicionalmente delante de una única pintura, uno es pasivamente contemplativo o casi estático. Pero cuando confrontado con un conjunto de pinturas tendremos que ser necesariamente más activos, ya que  por lo menos implica nuestra dislocación física y visual sobre las obras.

Mi ambición al crear este espacio de pintura sería la de convertir al espectador en una especie de flâneur. Que, tal como Beaudelaire descrito en el texto de Walter Benjamin La Modernidad, erra sin destino por la gran ciudad, convirtiendo los estímulos de la calle en material de creación artística. Creo que ese deambular tiene que ver con el placentero sentimiento de perdida dentro de un espacio cargado de señales. Y se se da el caso de tratarse de la descubierta de una nueva ciudad, se añade  una mezcla de placer y de vértigo por el peligro de desorientación en la red de la gran urbe que se visita por primera vez. Ese nuevo turista tal como el visitante de mi Figura Inabarcable  se encontrará a múltiples estímulos y señales visuales: ruidos y silencios, armonías y desarmonías, luces y sombras. Un cuerpo, que tal como una malla urbana, se ha extendido de una forma orgánica y su planeación racional, adaptada a circunstancias físicas y temporales. Lo que resulta en contrastes, errores y adaptaciones en la red. Creando una urbe donde reina una convivencia no jerárquica de diferentes imágenes pintadas. Quizás sea al final una metáfora de la forma como hoy el espectador (que Rancière llama emancipado), convive con lo visual.

Figura Inabarcable es al final una gran pintura que debe de ser vista con los pies. Unos pies que hacen como que un scroll infinito, por lo tanto intangible.

Martinho Costa,

Maio 2023

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